Oscura la noche,
respirando,
tejiendo palabras entre mi piel y tus ganas,
que revelan de a poco la secreta indecencia
y la memoria gestual de tu boca
Te adivino silencioso,
perdido y a tientas;
recorriendo leguas en mi espalda salobre
y te guío despacio hacia el conjuro de mi sexo
transformando tu tiempo en promesa cumplida
Los misterios ya no son, ni volverán a ser;
y el tacto afiebrado de tus labios
duerme entre los pliegues de mis antojos
atravesando el centro mismo de mis pudores...
sal, lluvia y desvergüenza