Sólo ella es el lugar suficientemente grande
que no quiere huir ni siquiera del bordado en piedra
del sol extraño incluso y permanecía ausente
su orgullo viviente de una mañana dorada
con manos estrechas resuelve en participar.
Y al desconocimiento de todas las afueras
apagadas del viento permanecen activas
las ensayadas bromas no abandonan el suelo
en la tarde lanzada por ahora se quedan
muy quietas en algunas serias obligaciones.
Tildadas y nacidas al ritmo de los días
el pulso de la raíz ya vuela y va volando
como un billete al viento todavía perdido
y sin que ella lo encuentre entre tantas primerizas
que al instante centrado perfuman el destino.
Dejando ver sus ojos concentrados de luna
atravesando espacio que nos une y oculta
como se siente en vida las paredes marcadas
y al completo aparecen todas las direcciones
preguntando el encierro destemplado del tiempo.
En el justo penacho de las explicaciones
que no molestan a la lluvia cuasi desnuda
contemplando acuarela revestida de ti
en el paseo breve de la espiral de aurora
delante de las flores donde ella está rezando.
José Pómez