Desde que yo era niño, como
era algo trasto y muy travieso,
mi madre, para quitarle importancia
a alguna trastada que hubiera hecho,
siempre me decía con todo su cariño:
¡que cosas se te ocurren! hijo mío.
Igual que me repetía siempre, un día
tras otro día, que sin dudarlo tenía
que olvidar una costumbre
y hacer una corrección.
y hacer una corrección.
"debes pensar con la mente y no con el corazón".
Y hasta que no llegué a adulto
no entendí aquella lección.
Ella lo hacía para tapar mis defectos
y para desviar la atención sobre mi
por culpa de mi forma de ser.
Y así fue una y otra vez, durante
toda la vida, hasta que ella nos dejó.
Así que hoy, que sería su cumpleaños
y en su honor, se me ha ocurrido
recordarla y me ha parecido
buena idea, mirar al cielo para verla
y darle un beso de ficción.
Es posible que hasta la haya visto,
porque hoy hace un día esplendido
y solo había otro brillo en el cielo,
que brillaba como el sol.
Son los ojos de mi madre,
que me devuelve el saludo,
y creo que ella también llora
porque sé que a mi me quiere
igual que la quiero yo.
a. jurado