Ella, fue la toalla que arrojan al ring, la oportuna campana,
la cuenta de protección, cuando se daba por vencido.
Rendido y desarmado -como aquel ejército-, esperaba solo,
solamente esperaba, a un lado del camino.
Surgió, de entre el sonido de un tren que se marchaba,
tal vez, el último en pasar por su apeadero.
Le apresuró, el argumentaba cobardía y cansancio,
ella, coraje y fuerza...lo cogieron.
...ahora vive en su casa, se acuesta en su cama,
utiliza su peine, se mira en su espejo,
le deshace el poema, disimula sus canas,
ni quiere, ni deja, que se haga viejo.
Ilustración, Perico Pastor.