CARTAS SIN RESPUESTA
Y allí se encontraba él
quemando sus cartas en la lumbre
y poco a poco veía como se derretían,
como se quemaban
y su corazón se iba fragmentando
como fruto maduro,
mientras una lágrima
caía y evaporaba
al calor de la lumbre.
¡Que es la razón para él
la locura, que es pensar en ella
el castigo eterno
y que no hay retorno para volver atrás
que no se puede curar la
herida de la ballesta que hiere,
y que en terreno quemado y yermo
el amor herido de muerte fallece!
Y el hombre sin amor
es un hombre vacío,
y el vacío significa sufrimiento y dolor
pues si no hay amor
no hay corazón
y un hombre que no puede amar
no tiene alma
y por tanto no puede ser querido
muere sin amar y sin quererlo
pobre y triste hombre vacío.
Entró sin más al castillo
el viejo consejero de un
desconocido caballero,
que osó leerle una carta con la tinta
borrada y que del caballero
fueron sus últimas palabras.
-Y allí lo tienes mi señora
quemando tus cartas, que hace
tanto tiempo que él te añora
y hoy, y ¡hoy que Dios se apodere
de su alma!
que es la vida sin vos
borrada y que del caballero
fueron sus últimas palabras.
-Y allí lo tienes mi señora
quemando tus cartas, que hace
tanto tiempo que él te añora
y hoy, y ¡hoy que Dios se apodere
de su alma!
que es la vida sin vos
el castigo eterno,
el veneno y la muerte.
¡Oh mi dama blanca!,
¡oh mi dama perfumada !
que tus recuerdos su mente atan
y su corazón matan
que sus lágrimas beben
y que padecen entre las llamas.
Escribid, me dijo, noble consejero:
“Que es el día tu sonrisa,
que es la noche tu mirada,
que son estrellas las que te alumbran
el mismísimo cielo,
cuando paseas sin decir nada.”
Y allí lo tienes mi señora,
ya no come ni duerme
ya no siente, ni habla
es una lúgubre oscuridad
la que a su sillón le ata,
que sin vos
mil veces llora y calla.
“Que es la luz de la mañana
la que tus pieles empapa,
que es tu aroma a rosas
el que le devuelve la vida, y
que la luna es tu amante apasionada”
Y allí fallecieron sus palabras.
-Claveles, incienso y pétalos
de rosas blancas,
enciendo las velas y leo
tus cartas.
"Querida dama blanca… "
Y mil veces sueño, caballero,
con verte asomar por el horizonte
con tu lanza, tu escudo
y tu bridón al galope.
Y verte al lado de la fuente
y debajo del balcón de mi ventana,
que ahora tu muerte
significa para mí la pérdida
de mi alma, de mi corazón y de mi vida.
Claveles, incienso y pétalos
de rosas blancas.
el veneno y la muerte.
¡Oh mi dama blanca!,
¡oh mi dama perfumada !
que tus recuerdos su mente atan
y su corazón matan
que sus lágrimas beben
y que padecen entre las llamas.
Escribid, me dijo, noble consejero:
“Que es el día tu sonrisa,
que es la noche tu mirada,
que son estrellas las que te alumbran
el mismísimo cielo,
cuando paseas sin decir nada.”
Y allí lo tienes mi señora,
ya no come ni duerme
ya no siente, ni habla
es una lúgubre oscuridad
la que a su sillón le ata,
que sin vos
mil veces llora y calla.
“Que es la luz de la mañana
la que tus pieles empapa,
que es tu aroma a rosas
el que le devuelve la vida, y
que la luna es tu amante apasionada”
Y allí fallecieron sus palabras.
-Claveles, incienso y pétalos
de rosas blancas,
enciendo las velas y leo
tus cartas.
"Querida dama blanca… "
Y mil veces sueño, caballero,
con verte asomar por el horizonte
con tu lanza, tu escudo
y tu bridón al galope.
Y verte al lado de la fuente
y debajo del balcón de mi ventana,
que ahora tu muerte
significa para mí la pérdida
de mi alma, de mi corazón y de mi vida.
Claveles, incienso y pétalos
de rosas blancas.