EXQUISITO
CADAVER DE EROTISMO
Las metáforas se erotizan
al recordarte. No soporto un día más sin verte. Es imposible imaginar el goce
en otros brazos. Sin ti me siento tan miserable como perro vagabundo
abandonado. Solo el amor le roba realmente el tiempo a los mundanales
compromisos y a las guerras. Después de las feroces llamas del verano, no me
pida que sobreviva con cenizas.
Sin ti son incompletos los
días. Jamás el amor será un sentimiento obsoleto. Me compadezco de los
corazones que se enredan victimas del amor. Me desgarra el conversar con el
viento y solo escribirle versos a la soledad. Son tristes las sombras de los
recuerdos cuando la melancolía se apodera del alboroto salvaje de las lejanas
olas. El vino de los amantes nos embriaga con el torbellino azul de la tortura.
Prefiero que me tildes de
loco y no callar más lo que siento. Me seduces y convierte en torrente de
ardientes locuras e impetuosos fuegos. Nos refugiamos entre ardorosas sombras
como atemorizados insectos huérfanos. Me siento cansado de “pensar
pensamientos” y emprender proyectos. Solo unos locos peores que nosotros pueden
alucinar y ver estrellas, rescatadas de las pesadillas.
Soy un astro demonio en tu
firmamento. Las agitadas aguas intentan hacerme naufragar. Mi negro corazón
ahora es de hielo y sinvergüenza. Pervierto lo que toco o seduzco. Amo por
desesperación y creo que aun recorro los senderos en busca de un gran amor. El
demonio se apoderó del espacio del ángel que habitaba en mí. Las notas del
preludio componen una hermosa sinfonía.
Tu presencia me satura y
trastorna con deseos mefíticos. Un leve roce de nuestras miradas bastó para
hacer fuego. Ignoro a la dama para satisfacer las proclamas de la carne.
Sonrojada, inocentemente sonríes, mientras te recorren mis caricias como legión
de mercenarios. Olerte. Saborearte.
Sentirte. Es el ritual de la locura soñada. Después de encender el fuego, es
imposible el controlar nuestra naturaleza. El frenesí nos enfrasca en una erótica
aventura sin retorno.
Hay tantos misterios en el alma humana, que
desnudarte es descorrer el velo. Con
temerosa espontaneidad me desnudas, mimas y acaricias mientras coqueteas. Me
encanta cuando el fuego te desnuda, prenda a prenda, sin prisa. Se desflora tu
hermosura como mar de llamaradas. Tú cuerpo es mar de embriagueces y cuásar de
alucinaciones sensualmente oníricas. Disfrutamos como adolescentes los regalos
para los sentidos.
Augura un festín nuestros
hambrientos besos. Se revive el ritual en un rosario de quimeras eróticas.
Atrapaste todas mis ansias locas con el primer beso. Mi lengua te insinúa al
oído, cuanto te deseo. Los besos nos recorren y descubren montañas de placer.
Cada beso tuyo engendra un paso más al sensual infierno. Un festival de luces
pirotécnicas y sensoriales sensaciones oníricas invaden tu cerebro.
¿Será amor lo que siente
mi alma? No sé cómo denominar a la pasión caníbal que ruge dentro de mí. La
lluvia me recuerda el fulgor de tu cuerpo. La melancólica magia de los días
grises, le aporta una fantástica patina al sentir de nuestros sentimientos.
Cierra los ojos le pido al
espejo voyerista, para no excitarlo mientras nos observa, sin embargo,
fascinado y perplejo nos contempla.
Saboreo con regusto tus
pechos, refugio amoroso. Cuerpo contra cuerpo y en un solo nudo ciego, nos
amordazamos los amantes.
Mis besos desembarcan y
ocupan en breve lapso tus espacios,
asegurando las cabezas de playa y tu boca de fuego. Mis dedos desgranan
uno a uno tus miedos. Tiemblas cual rosa cuando aspiro tu aroma, mientras mi
lengua y manos te recorren. Calientes sentimientos afloran de las emociones
carnales.
Se erizan desafiantes los
pezones. Se escapan gemidos y espasmos. Erectar tus pezones y jugar con tus
senos, llenándonos de sensaciones para alucinar con las pasiones y el encanto
de los pecados capitales.
Nuestras bocas se embriagan
con el sudor del infierno. Soy adicto a tus besos y tu piel siempre termina por
robarle la cordura a mi corazón. Musgo húmedo, rosa de fuego, labios ígneos. Jadeas
como el viento al besar tu entrepierna, mientras los dedos rebuscan sensaciones
en tus cavernas. Milímetro a milímetro nos reconocemos. Disfrutamos del gozo
tántrico.
Me amas cual fogosa
adolescente con tu rosario de primaveras.
Mis dedos vagan por la floresta,
mientras se estremecen los labios de la rosa. Nuestras manos afanosas,
asfixiadas por el deseo, buscan nuestros sexos. Enloquezco con tu olor a
sirena, a bosque húmedo, a hembra en celo. Asfíxiame. Me fascinas toda, entera,
desde la punta de la cabeza hasta los pies. Me embruja e hipnotiza el olor a
carne caliente. Con lubricas y obscenas palabras, proclamamos nuestro amor a
los cuatro vientos.
Fundámonos en una sola
pieza, seamos un solo cuerpo, una sola carne. Siénteme dentro de ti. Aférrate
con las uñas. Amárrame con tus piernas. Tu piel estremecida me cabalga cual
amazona. Aférrate a mis muslos, exprímeme. Tus cabellos humedecidos ondean como
bandera de libertad de miedos o tabúes.
Embriaguémonos con el
néctar de nuestros cuerpos. Extasiémonos. Deleitémonos. Nos embelesamos y
enloquecemos, cada uno en la querencia del otro. Nos desbocamos intentando
alcanzar el clímax del goce. Te beso una y otra vez en donde tu cuerpo goza de
la magia y encantos del calientico pan.
Abierta como flor a mis
labios vampiros para que libe y me embriague tú miel. Quiero embriagarme con el
vino de la flor. Lirio de muerte. Copa de fuego y semillas. Fuente de locuras y
abismos.
Sumisa me ofreces: Tu
trasero o vagina. El dolor vivo del goce no da espera. Son esplendorosas las
sombras de las ansias. No son de mundano dolor las lágrimas.
Descargo la sensual marea
entre tus mendigantes labios.
La agonía susurra te
quieros y te amos, mientras se vislumbra un adiós. Sólo sé que te amo. Odiarte
en cualquier momento sería imposible después de lo vivido.
Amanece y la barca del
amor aún se desliza. Es el viento el que rema y el silencio aun crepita como
leños encendidos. Regresamos a la calma como cuando sueña un lago. Tu
somnolienta sombra luce dormida o muerta. Un desorden de sábanas, almohadas y
cobijas. Desechos como campo de batalla lucen nuestros cabellos. Solo sobrevive
un poco de hambre, de tristeza, un olor a sudor y a sexo rancio o en agonía. Se
desanudan los cuerpos y enciendes un cigarrillo.
Después de una noche
tempestuosa, reflexiono. Medito sobre los despojos. Una noche más de locos
arrebatos. Noche inolvidable hasta la aurora. Recuérdame cuando ya no sea
futuro. Olvídame si corrompí tus sueños o si ya no estoy entre tus
pensamientos. Acuérdate de mi si me mansilla la muerte. No llores, simplemente:
recuérdame.
Nunca pedí permiso para
entrar en tu corazón ni en tu vida. Soy un ladrón de sueños y de censurados
deseos.
Amor los versos que
escribo los rescato de los recuerdos. Sería como decir: Un día nos amamos y
fuimos felices. Sé que siempre estaremos juntos hasta que nos cobije el mármol.
Son inseparables los eslabones de la cadena que nos ata.
Héctor Cediel Guzmán
05 / 05 / 2018