Escritores anónimos para nosotros mismos, para los que nunca van a saber si lo son, pero escriben ya que las letras son "obreras contra la angustia, amigas de nuestra prisión y el consuelo en los bosques de la desesperación..."(Letras)
El objetivo del sitio es poder mostrar en comunidad escritos, ya sean poesía, cuentos, prosas, monólogos, novelas y demás géneros literarios.
Los interesados, deben contactarnos a poetasnoanimosblog@gmail.com
IMPORTANTE: Al registrarse a PPAA estás aceptando estás 3 reglas del sitio:
→Por cada post que publique dejar dos o mas comentarios en otro post.
→No postear mas de una publicación al día.(el 2do post en un mismo día podría ser eliminado)
→Las publicaciones que contengan solamente enlaces a blogs, sólo el titulo del texto o que sean re-publicadas también serán suprimidas, ya que es injusto para los demás autores, los que intercambian opiniones y participanRecomendamos etiquetar los post con su
nombre de usuario y el género literario.
(Mas detalles click aquí)También te invitamos a que visites nuestro nuevo espacio
"Notas y Opinión", pensado para alojar artículos periodísticos, informes, recomendaciones, Reflexión, etc etc, rompiendo con las estructuras, un espacio de libre expresión.
Mail:
poetasanonimosBLOG@gmail.com
Publicado por
Objeto
Una noche en plena plaza me lo
encontré de frente. Él estaba ebrio y enojado. Yo estaba con la Marcela y un
grupo de amigos. Ellos intentaron que se fuera, pero no hubo caso. Quería
pelear. Sacarme la chucha en realidad. Y no quedó otra que enfrentar la
batalla. Ya estaba muy cerca. Y nos enfrascamos a golpes. Pero no duró mucho. Me
sacó la cresta. Me dejó tirado en el piso a coliguasos. Yo
quedé todo marcado y adolorido. Cuando todo pasó mis amigos me levantaron y me llevaron
a rastras a la casa. Mientras la Marcela me limpiaba la sangre y la ropa. Salió
a verme mi tío y, obvio, preguntó qué pasó. Me llevó al baño y me limpió. Y me
dijo que no me acostara todavía porque íbamos a salir. Yo quedé espantado, pero
hice caso. Mis amigos solo abrieron los ojos. Luego, al rato, bien entrada la
noche, en la plaza, el loco Teo estaba gateando en el suelo pidiendo que no le
pegaran más. Y desde el piso, apenas abriendo los ojos, me pidió disculpas.
Nunca más tuve un problema con él.