clava tu bandera en el mástil de tu nave;
más vale ser fiel a ella que a la de nadie.
Golpe a golpe cincela tu presente
aunque cada martillazo ofenda los oídos de la ciudad.
Que no te dome el tiempo con su látigo de tedio,
sé un caballo salvage
sin riendas ni estribos,
patea el aire,
no te rindas nunca;
cobra y gasta hasta el último centavo.
Paga todas tus cuentas
pero no te tomes demasiado en serio,
al final no saldrás vivo
cuando termine la farsa.
No escucharás los aplausos o la rechifla.
Quién los necesita?