Miradas que se esconden tras miradas,
reconozco esos rostros temerosos;
mi amuleto ya no cabe en este circo,
deambulantes se pasean por mis ojos
intentando convencerme de que viven;
yo les sigo la corriente, ¡qué remedio!
No les hablo ni de esto ni de aquello,
sólo arrastro mis vestidos desfasados,
cada uno tiene su arquetipo
y todos ellos mienten cuando hablo.
¿Cuántos rostros palidecen en las aguas
de este círculo que acaba en el comienzo?
A mí todo me sirve de alimento,
hasta aquello que prohíben los que mandan;
a mí todo me sirve de sustento:
el dibujo de mis piernas en el lodo;
el sonido de los pájaros no me engañan,
que mi grito ya corre junto el viento;
mi silencio avanza en el arrollo,
ya conoce la fuerza de las aguas
que susurran melodías escondidas
entre piedras que sostienen la corriente,
igual que sostengo sus miradas.