¡Dios mío de mi vida!
Tú que todo lo ves
Escucha bien el ruego
De esta buena mujer
Consíguele un marido
Que tenga buen aspecto,
Que sea buena persona
Alegre y muy correcto
Que tenga mucha pasta
Que la haga sonreír,
Que la cuide y la quiera
Y consiga que ella
Se sienta muy feliz
Y acepte de buen grado
Del hombre y la mujer
Que ambos somos iguales
Y la respete siempre,
Como ella a él
Como ella a él
Que se repartan a diario
Y que sea ya habitual
Las tareas de los hijos
Y las que haya en su hogar
Que las mujeres son
De natural mandonas
Y no les gusta nunca
Verlos siempre sentados
En la tumbona
Mientras que ellas
Realizan los trabajos
De la casa con la fregona
Y que no sea agresivo,
La maltrate o desprecie,
Ni la grite o la agreda,
Que con gentuza de esa
Ya tenemos bastantes
Cárceles llenas
Que la sepa escuchar,
Las veces que haga falta,
No tan solo una vez
Y que toda la vida,
La quiera tal como es.
Dios, ya que todo lo puedes,
Convéncelo y que acepte,
Que aunque él sepa que hay
Muchas mujeres más
Las otras no son suyas
Ni nunca lo serán,
Porque ellas deben ser,
Para hombres diferentes
Y se ha de conformar,
Lo más humildemente
Para toda la vida,
Con la suya y no más.
Si descubres a un hombre
Que acepte todo esto
Tráeselo muy deprisa
Que se casa ahora mismo
Sin dudarlo un momento
Y habrás hecho el milagro
De buscarle un marido
Que ella siempre creía
Difícil de encontrar.
Como aquel que encontró
La aguja en el pajar