Como ola tonta,
que se acerca
sin comprender quien soy,
me busco, como playa
donde cavar un pozo,
sabiendo
que no hay final.
En esas circunstancias,
el hocico
me pica el cerebro,
en geografías
que no figuran en mapas.
Necesarios, sin embargo,
para girar de prisa
por sexos
de clausuradas melodías
en corredores de fondo.
Imprescindibles
en cualquier salvamento
evitan portazos innecesarios
y el llanto de aquél niño,
perdido en azoteas de fantasma móvil.
Mientras, es conveniente
contrastar
la tierra con el viento.
Allí
rompo cadenas
sin dar bandazos.
deshabito
humedades del infierno
rodando una muerte futura.
Y ardo en llamas pisoteadas,
capaz de guardar nubes
sepultadas bajo gotas de cera,
donde habitaban
mis puentes rotos.