De improviso
uno despierta
y deja atrás su yo de anoche.
Un recuerdo,
un brevísimo y crudo recuerdo
late
y a
r
e
n
a
s en descenso
se conectan entre sí.
Fracasa la misión tácita
del retorno,
células marchitas caen
escalonadas.
Se atisba la blancura en las raíces
y el alma desespera ante
el atroz aviso calendario .
Las arenas siguen descendiendo,
una después de la otra.
Y otra.
Y otra
(y no hay motor que las detenga
ni mañana,
ni hoy
ni nunca).
Rodrigo Luyo
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