Su secretismo finge vivir en el norte
cuando reside en lo más visible de sus ojos.
Capaz incluso de pisar charcos
en la avenida más lluviosa de mi vida.
Condenado a enamorarse de mi,
por mucho que no quiera,
tumbado a lo largo de la línea de mi vida
por mucho que se resista…
Y ahí está también su sombra,
su más escandalosa caricia
y su mas extrema sonrisa.
El mejor de los poemas.
Cuando él se dedica a darme amor
se fusionan lo que nunca tuve
y lo que siempre quise
y se hacen auroras boreales
todos los imposibles de mi vida.
Libre como los sueños
y mi fantasía,
ansioso como mi vida
y simple como el primer beso que nos dimos:
tu.
Bálsamo de mis tentaciones,
eflorescencia de mis ganas.
Y me vuelvo kamikaze de sus estructuras,
mártir de sus maneras,
carcelera de ese algo que me queda sin palabras…