En un espacio de tiempo
donde las horas ya no cuentan
y sólo se hace presente
un siglo de besos cautivos,
las manos juegan a rozar el alba
y las bocas inventan nuevos placeres.
Se mezcla el ruido de la lluvia...
perfecto, afinado,
y el viento trae conjuros de amor
Allí en ese tiempo de espera
es donde germina tu simiente
madurando tersa mis verdades...
devorándose mis silencios