Se dibujaba a si misma, en las servilletas de los bares.
Labios de amapola, coronados con dos lunares.
El pelo como la Hayworth, las olas de los mares,
los ojos negros y grandes, como las lunas de Marte.
Intentando planeos, matábamos las tardes.
Juan Gaviota, dirigía desde el aire.
Creíamos que el suelo, era para los cobardes,
aún lo creemos...pero ahora, revisamos los detalles.
A Lourdes Sánchez.
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