Una día cualquiera ordeno mi memoria,
desfilan en una ronda nombres amados, los que fui.
Aquellos que reconozco en los engendros al infinito
en el jardín de las noches
cuando violentaban soles negros.
Antepasados debatiéndose
en el reino de la absoluta quietud.
Multiplicando sombras
en el juego en que cada espejo
miente otra vez lo ya mentido.
Una noche cualquiera
encuentro en versos trozos de vida,
pactos sublimes con el futuro.
Y aun, la escarcha, el hambre y el amor,
prometen volver alojados en vientos
en persecución de mareas clandestinas.