Erase una vez…
Una joven semillita crecía y crecía
En cálidas y dulces tierras
Regadas con cariño y alegría
La semillita crecía y creía
Y en su interior yacía la armonía
Armonía viva y anhelada
Admirada y envidiada
Envidiada por su belleza
Orgullosa y pretenciosa…
Un día la semillita paro de crecer
El tiempo impiadoso la alcanzo
Atrapada entre sus manos
No pudo escapar de su regazo
Sin haber florecido se marchito
Y la armonía se rompió
Desconsolada la semillita no entendía
¿Qué sería de su vida? Sollozó
De repente escucho decir
¡No te preocupes amiga mía!
Mira hacia adelante con alegría
Nada malo pasa en tu vida
Ha sido dios el responsable
Se feliz y disfruta
Ya no eres buena o mala
Nunca más serás juzgada
¡Llegaste a tu destino!
Al fin has envejecido.