Vivid así pues la justa locura que os merecéis
por andar rebuscando entre la basura de los suburbios
la inspiración recíproca que os cultivan las masas
a ustedes individuos sensibles
llamados poetas,
acusados enfermos
que por apostar a la verdad
desfallecen en la repulsión de la mentira.
Dandis concurrentes a prostíbulos
caballeros amantes de rameras y afectuosos a los excesos
románticos que blasfeman en la cara de los hijos de Dios
aquellas verdades que la plebe disimula bajo la alfombra
y escupe en la bandeja de plata de los niños empalagados ya de dulzura
mientras las nubes oscuras los encubren
y las maldiciones son sus mazmorras.
Condenad así pues a los renegados
que no pueden vivir en la tierra prometida,
Aquellos que han visto la descomposición del maná antes del cielo caer
y la fluctúa mirada de los Dioses al ver a sus sirvientes
adorar la ignorancia y aborrecer,
condenar y maldecir
la divina inteligencia.
Así pues callad a quienes agonicen
y no escuchen palabra alguna
que desborde de sus labios lascivos perfumados de almizcle
que con solo dos composiciones corren peligro de perdición
y también serán juzgados junto a ellos
en el pedestal de lo divino y la sagrada moral.
Omitir toda curiosidad que os despierten estos paganos en sus mentes
ya que con solo pensarlo sus almas peligran decadencia,
estos súcubos e incubos nos son más que hijos de Satán
enviados desde el averno para vuestro hundimiento
para ver sus almas perdidas,
sus mentes abiertas a la vivacidad
y su cuerpos sin grilletes ya,
en plena libertad.
paridos de la ramera más sombría,
creadora de quimeras y verdades.
Conseguid la gracia de vuestros Dioses al deshacerse de ellos
acabad con sus vidas para lograr la paz,
que no son más que incitadores a las trompetas del Apocalipsis
que desde el este se acercan lánguidas
para nuestra gloria, nuestra Terminal.
Condenaros hermanos míos a la desgracia
a la miseria y la humillación
a todo aquel que se auto flagele llamándose poeta
abandonadlo y dejadle en la más esotérica soledad,
en la más turbulenta de las locuras,
para que su alma vague solitaria y sus lujuriosas obras
no se hagan eco en la posteridad.
Que a ellos os pertenece la gloria eterna
y nosotros
masas, críticos, prójimos
somos sosegados por la felicidad eterna de vivir
en una fantasía recíproca que consideramos la realidad.