Te esperé y te esperé, solo imploraba tu aparición espontánea,
mirando el reloj sin cesar, yo te esperaba a las diez en mi cama,
hacía nubes de chocolate con mis ideas, endulzando mi paladar,
desnuda, asomada a la ventana, viendo la noche como llegaba,
buscaba estrellas fugaces para pedirles el mayor de mis deseos,
pero la tierra rotaba y tú no llegabas, decidiste no volver,
mis besos de chocolate se derritieron con las fresas y la nata,
la tristeza medía la consistencia de un sueño proyectado
que a la luz de las velas se fundió dejando la cera sobre un cristal,
y al mirar hacia fuera imaginé como te ibas alejándote en la niebla
sin dejar huella de tu existencia en el espesor de la bruma,
mañana volveré a dejar la ventana abierta para que vuelvas a trepar
cuando sientas tanta pena como la que yo siento al verte marchar.