GUERRAS
El aire quemaba la piel
podía olerse la pólvora,
aún la batalla no había dado comienzo
y ya los buitres buscaban carroña.
Los ánimos se hallaban
enardecidos y descarnados,
tan solo hacían oírse, por encima
de los alientos de los piqueros,
el relincho de los caballos.
Y en cualquier momento
la mano temblorosa de algún arquero,
haría silbar la flecha
que iría a parar al otro campamento.
Eran los segundos previos
en que las arenas todavía,
siguen sin mezclarse
y los ríos de sangre,
no han hecho sus enmiendos.
En que el humo aún
no ha vuelto el aire,
contaminado e intragable.
Es el momento límite
donde el tiempo se ha parado,
y tan solo se mide
en los gritos de ánimo
que vocifera un armado comandante.
Y cuando todo acabe
podrá ser día o noche,
pues no se distinguirá,
todo estará bañado en sangre.
Y los buitres ya podrán
dar cuenta de su festín,
y los magullados supervivientes
llorarán o tomarán su botín,
mas la tierra acogerá
los cuerpos mutilados
y aquella victoria ruin,
será la gran victoria
de un país depravado,
y ya los buitres buscaban carroña.
Los ánimos se hallaban
enardecidos y descarnados,
tan solo hacían oírse, por encima
de los alientos de los piqueros,
el relincho de los caballos.
Y en cualquier momento
la mano temblorosa de algún arquero,
haría silbar la flecha
que iría a parar al otro campamento.
Eran los segundos previos
en que las arenas todavía,
siguen sin mezclarse
y los ríos de sangre,
no han hecho sus enmiendos.
En que el humo aún
no ha vuelto el aire,
contaminado e intragable.
Es el momento límite
donde el tiempo se ha parado,
y tan solo se mide
en los gritos de ánimo
que vocifera un armado comandante.
Y cuando todo acabe
podrá ser día o noche,
pues no se distinguirá,
todo estará bañado en sangre.
Y los buitres ya podrán
dar cuenta de su festín,
y los magullados supervivientes
llorarán o tomarán su botín,
mas la tierra acogerá
los cuerpos mutilados
y aquella victoria ruin,
será la gran victoria
de un país depravado,
que para poder sobrevivir
ha muerto mil veces,
pisando a sus semejantes
para poder decir:
“No tengo miedo a la muerte”
y con razón,
pues en ese momento
en que todo bulle en la batalla,
tienes más miedo de la vida
que de la muerte, su guadaña.
ha muerto mil veces,
pisando a sus semejantes
para poder decir:
“No tengo miedo a la muerte”
y con razón,
pues en ese momento
en que todo bulle en la batalla,
tienes más miedo de la vida
que de la muerte, su guadaña.