La noche de frío y viento correteando ruidoso por estas
callejuelas a cualquier hora solitarias. Y el señor, que uniformado de chaqueta
y sombrero, silva con la bandera en alto. Sonido estridente de un cerrar
inminente de compuertas y miles de besos y zarandeos de manos a través de la
ventanilla.
Se acabó el verano.
Resuena traqueteando una y otra vez como la risa de las
hienas a punto de devorar a su presa.
Chucuchúúú chucuchúúú… qué poco tiene de chu-chu-chuuli!!!
Intento vislumbrar el alba, probablemente hoy sea el primer
día que, de un tiempo a esta parte, recuerde los primeros rayos. Y ellos no me
descubran incoherentemente radiante.
Jodida.
No consigo ver más allá de mi propio reflejo aun. Un reencuentro
con mi mirada nunca viene mal, aun más vidriosa que el cristal en que se
refleja.
He intentado hacer un album mental de cada uno de esos
momentos que sé que añoraré esta pequeña temporada. Ahí están, peleando por
mantenerse en la retina.
Y un poco de Serrano para acompañar la huida.