NEVERLANDS

Publicado por Pablo Vázquez Viejo

La chica tenía veintitantos.
Mayas, camiseta sin mangas, cresta.
Llevaba la tarde entera
metiéndose rayas de speed
igual que si fuese caramelo,
una cada media hora calculo,
y hablando por los codos
de sus sueños de acuarela:
viajes exóticos, una casa con vistas
al océano pacífico,
dar clases de flauta dulce,
mágicos lugares donde casi
regalaban los gramos
en la mítica América...
Ventoleras de ventilador acelerado.
Estaba embarazada y mientras
se acariciaba la panza,
como con mimo.
"Será una niña preciosa", nos dijo,
"y se llamará Lucía".
Entonces ya me levanté
y salí de la sala: una topera inmunda
en una okupa de Holanda
que habían bautizado Komando.
Nunca, pero es que jamás
en todo mi harto existir,
imaginé que asistiría
a semejante desencanto
del mundo.